miércoles, 6 de mayo de 2015

Contribuido por el señor XX-13. El hecho ocurrió posiblemente a fines los años ‘70.

Primera parte
Mi mujer era muy guachita de joven.
Trabajaba como personal civil en una dependencia de la Armada.
El jefe de ella era un marino, un tipo alto como de dos metros.
Tenía fama de vergón.
Mi mujer es chiquita aunque bien tetona: 1.52 maso pero con tetas de 95
y buen culito.
Al tipo lo conocí.
La fama de vergón se la hicieron dos minitas de la oficina que habían cogido con él.
Y el tipo jodía siempre diciendo: calzo 45.
El juego de palabras era triple: su medida de zapato, el arma reglamentaria y el misterioso largo de su verga.
Así que mi mujer, 20 años entonces, se propuso ver si era real esa medida.
Una tarde se quedó a revisar un expediente en el despacho de él, escritorio de por medio.
Llegó la hora de salida y todos se despidieron pero ellos se quedaron.
Mi mujer es linda y el tipo entendió que quizá podía cogérsela, que al menos valía la pena intentarlo.
Pasada la hora, ella le dice:
—Hay resolver esto, jefe.
—Sí, hoy mismo… —contesta él.
—Porque para mañana tenemos el otro expediente, ¿recuerda?
Pero el tipo le dice:
—No me refiero a este expediente sino a lo que pasa entre vos y yo, nena.
Ella se puso roja porque suponía que el tipo iría con más tacto. Se quedó dura.
—¿No te parece, nena?
El tipo estaba apoltronado del otro lado del escritorio en una silla giratoria y ella vio que tenía un enorme bulto.
El tipo le dijo: ¿y?
Y ella pensó que era ahora o nunca.
Se levantó, rodeó el escritorio y se paró delante de él.
Se le acercó para que la besara pero él le dijo: vos no querés besarme.
Ella no sabía qué hacer, estaba medio en off-side.
Y ahí el tipo le dice: vos tenés curiosidad por otra cosa, el otro día te oí que se lo decías a Ramírez, tu compañera.
—Dale, comprobalo, es solo un segundo.
Y el tipo insistió: es un segundo, comprobás y seguimos con el expediente..
Ella se inclinó hacia el bulto y tocó la bragueta, estaba decidida y jugada
sino para qué corno había dado la vuelta al escritorio…
El bulto estaba enorme.
El jefe: vamos es un segundo, ves lo que tenés que ver y seguimos.
Así que ella fue y tocó los botones de la bragueta y empezó a filtrar un dedo.
Él le dice como cantando: si no desabrochás no vas a ver nada…
Y ahí ella pensó ma sí, qué puedo perder, ya se lo cogieron dos de acá, y quizá otras cuatro o cinco que se lo tienen guardado.
Empezó a desabrochar, los botones estaban duros y ella nerviosa.
Él le decía: vamos, abrí, abrí.
Al fin logró abrir la bragueta.
Y él: vamos, meté la manito, ¿no querías saber?
Ella mete la manito y siente tras el calzoncillo un bulto tremendo, durísimo.
Busca y rebusca.
Y él: levantá la tela… así, así, de costado, vamos, sé buenita…
Y ella que se excita con el juego y la voz del tipo.
Y al fin logra sacar la verga.
Se quedó pasmada: eran dos baldosas y media, qué hijo de puta.
Una cosa enorme.
Sólo el glande, me dice ella, medía de largo como el ancho de una mano.
Empezaba bien en puntita y después la cabeza seguía como una punta de lanza y encima el tronco que no terminaba más…
Y ella con eso en la mano.
Y el tipo que le dice: ¿seguimos con el expediente?
Y ella que se arrodilla sin que se lo pidan.
Cuando me lo contó, años después, le dije ¿por qué te arrodillaste? y ella me dijo ¡no me iba a perder eso!
Qué hija de puta.
Jamás vi de ese tamaño así que me arrodillé.
Pero el guacho se arrellanaba más y más en su sillón, de manera que la verga apuntaba bien al cielorraso.
Ella arrodillada pero la punta del glande superándole el nivel de la boca.
—Levántese un poco, jefe.
—¿Para qué? Hay que seguir con el expediente.
El tipo se divertía y la hacía desear.
Toda una técnica.
Al fin, ella la calzó en la boca y según cuenta era suave.
—Vamos, chupá, putita, vamos chupá, ¿no querías saber?
A mi mujer le decís putita y se pone a mil.
Y ella chupando a toda máquina…
De pronto ella se detiene y le pregunta ¿cuánto mide esto, jefe?, mientras lo pajeaba y lo miraba pasmada.
—Que sé yo, fijate con la regla, nena.
El guacho sabía que cuantas más minas se cogiera más publicidad tendría,
parece que llegó a bajarse como a 50 minas de esa dependencia, decían, no sé.
Ella agarra y la mide, superaba los 45 cm.
El glande apenas le entraba todo en la boca.
Y eso que mi jermu tiene boca grande.
Al fin el tipo le dice: la verdad me calentaste, sos una linda yegüita.
Se levanta y le vuela el suéter.
Ella recaliente se desabrocha el corpiño y lo deja caer.
Él que le dice: ¡mirá qué lolas que habías tenido!
Ella, orgullosa, se hace la macha y le dice: ¿qué?, ¿le gusta, jefe, nunca las había imaginado?
Él se abre más la bragueta, ella en bolas de cintura para arriba.
La verga del tipo en el medio de los dos.
Ella amaga chupársela de nuevo.
Pero él la da vuelta y la pone de panza contra el escritorio.
—Agarrate del otro borde, nena.
Ella se agarra.
Él le pone un dedo en la boca y se lo hace chupar pero cuando la toca abajo ve que mi mujer tiene la bombacha mojadísima.
Entonces sin sacarle la chabomba, apenas levantándole la pollerita, la entra a puentear.
Ella le grita: sáqueme la bombacha, jefe, sáquemela.
No lo tuteaba y él la sigue puerteando corriéndole la bombacha hacia un costado.
Y ahí ella siente que la punta está entrando, que el tipo la está calzando.
—Sáqueme la bombacha, jefe.
Y ahí, el muy guacho le dice: a las putitas no se les saca la bombacha.
Y se la entra a meter.
Dice que no terminaba nunca de entrarle.
Cuando sintió los pendejos del tipo contra las nalgas dijo: ¡por fin!
La calentura de mi jermu ya era tremenda.
El tipo vio que mientras le entraba, mi jermu se sacudió dos veces.
Y es así, cuando está muy caliente pueden venirle dos o tres orgasmos seguidos apenas la penetrás.
Ahí la empezó a bombear duro.
Agarrándola de las tetas.
Ella con un orgasmo tras otro.
Llega a los que uno quiere cuando se pone bien puta.
El tipo le hizo llegar a cuantos quiso.
De pronto saca la pija bien mojada…
—Por ahí no jefe, no, por favor no.
—Por ahí sí, putita, por ahí también.
—No, jefe, noooooooo…
—Sí, sí, putita, por ahí también…



Ella dice que el culo parecía estallarle y eso que ya se lo habían roto varios novios.
La verga, mojada por el jugo de ella misma, sentía que avanzaba y se metía a bocha.
Veía todo rojo. Muy rojo.
—Pare jefe, por favor no, jefe, no, no, por atrás no.
De pronto se abre la puerta.
Se habían olvidado de cerrarla con llave.
El tipo de la limpieza, un tipo cuarentón, se queda paralizado al ver de frente a una minita con las lolas colgando que grita por atrás no jefe, por atrás no que duele…
Y a un tipo altísimo detrás empomándosela.
El jefe sin dignarse a dejar de bombearle el culo le grita al tipo que se vaya, que no tiene por qué estar ahí.
El tipo tarda en reaccionar y retrocede despacio, fascinado por esas tetas y la cogida que las sacude a full.
—Cierre la puerta, carajo.
—Jefe, hay que poner llave, jefe, pare, puede entrar otro, pare…
—No hay nadie más que ese pelotudo, no voy a parar ahora que estoy bien adentro de tu culo, nena.
—Ay, ese tipo debe estar espiando por la cerradura, jefe.
—Y qué, solo te está mirando a vos, las lolas ya te las conoció al entrar.
Así que no paró hasta lechearla bien en el orto.
Al otro día, mi jermu se reía, se había dado el gusto con una pija para el Guiness, ahora podía saber de parte de las minas quién mentía y quién no.
Y encima la había visto coger un boludo que seguro se había hecho la paja mientras la espiaba detrás de la cerradura.
¿Que más se pude pedir?, me dijo la guacha cuando me lo contó.
Pero…


Segunda parte
A los dos días, al salir del laburo, el tipo de la limpieza se le cruza en la vereda y la encara.
Le dice que estaba muy excitado por lo que vio esa noche.
Y ella le contesta: lo felicito, ahora olvídese y listo.
Y él le dice: no, no me entendés…, quiero hacerte lo mismo.
—Ni loca, con usted ni loca.
Y él: no entendés, lo sabrá todo el edificio si no lo hacés conmigo también. Quiero cogerte y tener esas tetas, ¿entendés?
Y se acercó a manoseárselas.
Ella terminó cediendo.
Al tercer día el de la limpieza la cita en el subsuelo, después del horario de oficina, por supuesto.
Ella entra y ve que había un camastro en medio de cajas y cosas en revoltijo.
El tipo la desnuda y le hace chupar la verga.
Ella dice que tenía una pija como de 20 cm.
Al rato se abre una puerta de más adentro.
Aparece un pendejo, como de 18 años más o menos.
Ella se asusta y él le dice que se tranquilice, que es su hijo.
Ella le dice que con dos no, que el pacto era con él solamente.
Y el tipo le dice: mi hijo es virgen y vos sos una linda guachita… prefiero enseñarle acá que con una prosti.
Sí, además es gratis, pensó ella.
Y ahí el pendejo la mira y a ella le da lástima.
Era un lindo pendejo.
Ella intenta la última: es menor.
Y él: no es menor, y además nadie lo sabrá más que nosotros, salvo que vos te niegues a...
¿Qué podía hacer? Lo otro era el escándalo, si se sabía lo del jefe, probablemente la echaran…
En todas partes se coge, en oficinas, en talleres, donde sea, acá, en EEUU, en Europa y en Liberia…
Mientras todo queda en secreto, nadie dice nada.
Pero en cuando se arma un escándalo, a alguien rajan, es así…
Así que sería un trío y encima con padre e hijo.
El tipo la dirige, la hace poner en cuatro.
Desnuda por completo.
Ellos también en bola.
Le dice que le chupe la verga al pibe.
Ella empieza. El pibe gozando como un loco.
Le decía a cada rato, gracias, señorita.
El padre se reía: mejor decile, gracias, putita.
Ella dice que le gustaba el pibe.
El padre la provocaba: vamos putita, ¿así que con el marino, no?
El pibe seguía: ay, gracias, señorita.
El viejo la cogía en cuatro por la concha.
Después la hizo acostar y se fue al baño y le dijo al pibe: ahora te toca a vos… haceme quedar bien.
El pibe sobre ella. Ella dice que era un pendejo divino.
El pibe que le dice: nunca hice esto.
Ella que le dice: no te aflijas, te voy a ayudar. Le agarra la pija y lo ayuda a ponérsela bien en la concha.
El pendejo no sabía moverse y ella le fue indicando y a la vez calentando con palabras y movimientos.
El padre al volver del baño los ve cogiendo a full.
Ella llegando a orgasmo tremendos, es muy puta cuando acaba y acaba muchas veces.
El padre contento de su potro.
El padre que lo deja coger a full al pendex mientras le chupa una teta y después sigue con la otra.
Le chupó las lolas como una hora, estaba obsesionado con su delantera.
Le decía a cada rato, tenés unas tetas reguachas, hija de puta.
El pibe que le eyacula adentro.
Ella que llega a un orgasmos intenso.
Cada vez que me quiere calentar me dice: vos no sabes lo que es ser cogida por un lindo pendejo así…
¡Hija de puta!
Dice que además de gozar, se sentía poderosa por enseñarle a un virgen.
El pibe se levanta y se va la baño.
El padre la pone en cuatro y de una le rompe el culo.
—¿Me sentís, guachita?
—¿Acaso la pusiste, boludo? Dale, terminá de una vez…
—Hija de puta, lo que más me calentó fue que gritaras: no jefe por atrás no, que duele. Así que gritá que te duele, no hay nadie a esta hora, gritá, hija de puta, gritá que me calienta eso…
y la guacha se echa a reír y le dice: mi jefe tiene un vergón en serio y vos apenas un maní.
Dice que el tipo se calentó y la recontracogió hasta lechearla en el culo
y encima la citó para el otro día.
Al otro día entre padre e hijo la alzaron en el aire y le hicieron doble penetración.
Ella es chiquita y se la levanta fácil.




Duró un par de semanas el asunto, ella ya estaba desesperada, el tipo se la cogería por siglos…
A la tercera semana, al salir de la oficina, el pibe está en la vereda.
Ella se le acerca y le dice: ¿otra vez?
Y el pibe le dice: no, no, señorita, no pasa nada…
Y sigue: pasa que mi vieja se avivó porque mi viejo llegaba tarde, así que vine a avisarle de que se quede tranquila, él no la va joder más porque le dije que si la seguía jodiendo yo iba y le contaba a mi vieja.
Mi jermu cuenta que se le caían las lágrimas, lo invitó a tomar un café pero el pibe le dice: señorita, perdóneme, mi viejo es muy bruto, pero yo le estoy muy agradecido…
Y siguió: yo sé que usted fue obligada, así que le vengo a pedir disculpas.
Mi mujer lloraba como una boluda.
Cuando se están por despedir, le dice: ¿Y si tomamos un café en casa? Soy soltera, vivo sola.
¡Hija de puta!
Ella tenía 20, era muy guachita y el pibe un encanto.
Además la cosa era como de aventura.
Ve que el pendex la mira con devoción.
Y la muy guacha se lo llevó a la casa.
Vivía en un lugar piola, el pendejo era discreto y la cogía casi todas las noches. Se lo fifó como 6 meses, quizá 7.
Ahí le enseñó cómo usar un forro, hija de puta.

Tercera parte
Muchos años después un muchacho como de unos 25 años nos hace señas.
Nos paramos para ver qué quiere.
Cruza la calle corriendo a darle un beso.
Ella me presenta: mi marido, me casé hace tres años. El tipo me saluda con admiración, la mira con devoción.
¿Y este quién corno es?, me pregunto.
Yo no entendía nada.
Me aparté a comprar cigarrillos, aprovechando un quiosco que estaba cerca y los dejé charlando solos.
Al volver yo del quiosco nos despedimos del pibe.
Al llegar a casa la guacha me dice riendo:
—¿Te acordás del pibe que te conté? Bueno… es él —me dijo con cara de puta— ¿Y, qué tal mi alumno?
—Hija de puta, es fachero en serio, te lo manducaste con ganas entonces…
Le habia dicho que tenía novia pero que como ella nada que ver…
Que turra… encima me lo contaba… Me dieron celos del pendejo.
Esa noche nos acostamos, ya se me había pasado el fastidio. Y para calentarla le digo:
—¿Y si te dejaba ir con el pendejo?
Y ella que me desafía: no te hubieras atrevido, sabés que me gusta…
—Y por qué no te rajaste a un telo con él, ¿eh?
—Ya aprendió todo, guacho, además vos no te fuiste.
—Me hubieras pedido que me fuera…
—¿Lo hubieras hecho?
—No sé, por ahí quién te dice…
Y ahí nos pusimos a coger.
Estoy seguro de que en su mente ella cogía con el ex pendejo y conmigo.

Y es probable que el ex pendejo en su mente cojiera también con su novia y con mi mujer. Es más, es casi seguro que el ex pendejo cojerá toda su vida con la mujer que circunstancialmente le toque pero en su mente lo hará siempre con la mía.

(El jefe y el pendex)

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