miércoles, 6 de mayo de 2015

Contribuido por el señor XX-12. El hecho ocurrió posiblemente a fines de los años ‘80.

Esta anécdota fue muy guacha.
Un pendejo en la estación 3 de Febrero, lindo guacho, flaquito, 21 años, con experiencia.
Yo venía de ver a un amigo, así que estaba parado esperando el tren para Coghlan.
No fue ningún relojeo, se me vino al humo.
A los 25 años me pasaba a menudo.
Ya estaba casado, y esos gays a la pesca me encaraban con todo. Ni hablar si me veían el anillo.
De haberlo querido habría sido uno por día.
La estación estaba vacía a esa hora, serían como las 22 o poco menos.
Nos fuimos hacia el puente peatonal que corre sobre avenida Libertador, una especie de continuación del andén.
Por la mirada te das cuenta enseguida que el pendejo está caliente con vos.
Primero me preguntó la hora, quizá por decir algo, y me miraba. Con insistencia me miraba.
Algunas minas hacen lo mismo pero lo hacen con disimulo.
El pendex hablaba y avanzaba hacia el puente.
Ya en el puente la hizo simple (los gays la hacen siempre simple): bajó la mano de una, relanzado.
Lo había calentado mal.
Se dan cuenta cuando sos tranqui.
Los putitos saben cuando te pueden abordar. Además me había visto el anillo y eso lo calentó más.
Me palpó bien y me dijo tu mujer debe estar contenta.
Le dije: aquí no, abajo…
Él me dijo que tampoco en el baño.
Así que derecho al bosque.
Llegamos, es un bolonqui el rodeo, pero llegamos.
Nos internamos entre unos matorrales.
No sabés cómo estaba el pendejo.
Qué adrenalina.
Me abrió la bragueta de parado.
Buenas manos, pibe fino.
Toda la cancha.
Yo tengo lo mío también.
Le pregunté dónde cogía.
Me llevan a sus deptos., me dijo
¿Y los casados?
Ah, no, esos no, pero me calientan más, por eso cuando puedo tener uno…
Y ahí le dije: arrodillate, vamos, me la vas chupar…
Me miró y se sonrió.
Me dijo sos mandón, pero a modo de chiste.
Le digo lo mismo a mi mujer, contesté.
Me calentó mucho, tenía piel suave.
Yo andaba con forros porque había comprado para coger a mi jermu.
¡Previsor!, hacía chistes el guacho…
Paraba de chupar y me decía si era como con mi jermu.
Era todo un juego, un juego delicioso.
Además lo calentaba competir.
No me atreví a mostrarle foto de mi jermu. Hubiera sido mucho.
Ya muy al palo lo puse en cuatro.
Le hice cortar el sobrecito del forro con los dientes.
Le gustó, el papel de hembra le encantaba.
Me lo puso cubriendo el glande y lo corrió después con la boca, seee.
Le dije: chupá, por favor, chupá de nuevo.
Se puso amoroso.
Chupaba con amor, no sé explicarte…
La devoraba, y cada tanto miraba de reojo.
Así que le dije pará, pará que quiero penerme detrás tuyo.
Se lo dije acariciándolo.
Era tierno el pibe, y obedeció enseguida, después de un beso en la punta de mi verga.
Ahí me dijo: me tratás bien, me gusta.
Obvio, no voy a pegarle con un garrote, jeje.
Se puso bien en cuatro y me miraba con la cabeza hacia atrás, como si fuera una mina.
Tenía cancha y actuaba bien.
Se desabrochó los pantalones.
Lo ayudé a bajárselos mientras le decía cosas al oído.
Tenía como una tanguita o algo así.
Le dije al oído ¿te la saco o la dejo?
Dio un suspiro de ansiedad.
A mi jermu le decía cosas así.
Llevarlo para ese lado era lo mejor.
Si se quiere sentir minita… qué mejor que tratarlo como minita.
Empezó a jadear apenas lo toqué.
Y yo al repalo.
Porque el lugar era genial.
Ay esas nalguitas blancas…
Camisa arriba, había algo muy sensual, no sé.
Le dije al oído: me recordás una novia que tuve.
Se puso loca, lo franelee.
Se sentía remina.
Le dije andá pensando como te lo hago de frente después.
Me decía sos un turro.
Así que lo puertee.
Sabía el guacho, ponía el cuerpo bien, se relajaba para que entrara.
Sentí que se me iba adentro y le dije algo muy guacho:
si le había entrado por el lugar correcto.
Al otro día me reía solo al recordarlo.
Eso se lo preguntaba siempre a mi mujer para calentarla.
Y el guacho se puso a mil.
Sí como si tuviera concha en serio.
Ahí lo atropellé.
Estás divina le dije.
Se abrió toda, levantaba la cabeza, jadeaba, suspiraba, gritaba.
El pendex bien contra el suelo, yo dándole bomba.
Su recto era un caño suave, muy suave, como la vagina de mi jermu.
Quizá más fácil…
Se agarraba del pasto, ya le decía hijoputeces.
Movía el culito como un maestro y disfrutaba como una perra.
Estábamos en lo mejor, que adrenalina ahí.
Tenía el culito bien abierto, seee.
En una de esas miro hacia la derecha.
Nada.
Miro a la izquierda y me quedo helado.
Detrás de unos arbustos ralos una parejita.
Me dio algo de vergüenza.
El tipo sentado con la espalda contra un árbol, la guachita chupando la verga.
Mi pendejo mientras tanto a los gritos.
La pendeja estaba medio de chanfle, el tipo de frente.
Y ahí el muy guacho que me saluda con la mano.
Con otra minita no hubiera tenido problema, estaríamos en la misma, pero con un minito... ¿entendés?... es otra cosa.
El pendejo era algo escandaloso.
Además no sabés si el tipo es homofóbico o la mina se asusta.
Pero al tipo no le importaba, se dio cuenta porque mi pendejo hablaba y no era voz de mina. Aunque la aflauten y se hagan los trolitos no pueden imitar a una mina en serio…
El otro de tanto en tanto volvía a saludarme con la mano.
En la tercera le respondí igual.
Como hubiera dicho mi abuela: hay que ser educado con la gente.
La minita ya se había avivado porque paró un segundo, me fichó, y después siguió con lo suyo.
Es decir siguió comiéndose al tipo.
Eso me terminó de tranquilizar. Mina canchera también.
El pendejo se revolvía como una puta.
Pensé: estábamos todos en la misma.
Aunque el elemento femenino no era exactamente el mismo, jajaja.
Pero la actitud de la minita me hizo bombear como un guacho.
La pendeja estaba ya sobre el tipo, pero ahora de frente.
El tipo clavándola bien de abajo, ella sentada sobre él y los dos con las caras hacia mí.
Ella me miraba mientras subía y bajaba.
El tipo le hacía el subibaja.
Después ella al galope, al galope que el tipo le imprimía. Nos miraban coger como si nada.
mi pendejo la vio y empezó a moverse como un guacho.
Me decía cosas a las que yo no le daba bola.
Con la pendeja nos seguíamos mirando.
Al fin la pendeja pegó un jadeo largo y acabaron los dos.
Les calentaba demasiado que los vieran coger mientras veían coger a la vez.
Yo seguí dando bomba al medio de las nalgas.
Ellos se levantaron. El tipo le sacudía la ropa a la piba.
Ella le sacaba hojitas de encima.
Yo me dije si no estaban haciendo tiempo.
El pendejo los miraba y se daba vuelta hacia mí.
Yo no veía la hora de acabarle adentro.
Hasta que al fin siento que me viene.
Y ahí, cuando el pendejo estaba por decirme algo, yo le acabo con todo.
Y el pendejo grita: sííííííí.
La pareja había prendido cigarrillos y charlaban.
La pendeja puso la cabeza contra el tipo y se notaba que se sacudía de la risa, seguro sería por el grito agudo del pendex.
Saqué la pija tiré el forro.
Tenía por suerte pañuelos de papel.
El pendex me urgía: vamos, dale, vámonos y miraba para el lado de la pareja.
Yo le dije: pará, son tranquis, ¿no te diste cuenta?
Y el pendex se movía como una minita de acá para allá, miraba y decía sí, lo qu vos digas, pero vamos.
Me tentaba que actuara como minita celosa.
Estaba linda la morochita. Y la cosa se prestaba, un bomboncito.
¿Había que tirarse el lance o no?
Así que le dije al pendex: esperame un segundo.
Porque yo tenía un pretexto, un buen pretexto.
Falta de fuego para el cigarrillo. Tenía cigarrillos encima y aproveché. Lo bueno es que no eran para mí, eran para mi jermu.
Yo no fumaba, por eso no tenía encendedor.
Menos mal que me acordé.
Además el pendex no se iba a ir.
Estaban fumando y se quedaban, entonces algo pasaba…
Estaba todo en bandeja.
Me acerco, los saludo, la minita como si nada y el tipo sonriendo da como un paso hacia mí y ahí le pido fuego.
La pendeja ahora me sonríe y me mira con atención.
Yo me sonrío.
El tipo me da fuego.
Hablo un rato de boludeces.
La minita que sigue mirándome con atención.
Se dio cuenta que yo no era trolo y el tipo le había dado carta blanca.
Y el tipo que me dice ¿van para la estación?
Nos había visto venir de enfrente.
El pendejo como a cinco metros, estaba con una bronca negra, parecía un tigre enjaulado.
Salimos del lugar, el pendejo que me miraba con cara de odio.
La pendeja encima lo saluda.
No sé qué corno le dice por lo bajo, era una chica maternal.
El tipo, unos 27 años maso, que avanza conmigo como lentamente, como tirándose para atrás.
Quería hablarme.
La pendeja a la par de mi pendejo como a cinco metros, el pendejo se daba vuelta de tanto en tanto, ella llevaba la conversación.
Se lo rechamuyó.
Eran dos guachos.
Una pendeja divina, de oro.
Caminamos hacia Libertador.
El tipo me guiña un ojo.
Como diciendo frenate más.
Y me dice: ¿qué te parece?
Yo estaba tentado pero me aguantaba la risa.
Él también.
La pendeja que le hablaba a mi pendejo y era algo raro y genial.
Yo que digo: se ha formado una pareja en voz baja, el tipo que se caga de risa.
Y ahí me suelta: ¿te parece un cambio alguna vez? No te tengo que aclarar que le regustás a mi novia. Y me explica que era la fantasía de ellos
Le contesté: no depende de mí solo.
Y ahí el tipo me dice: no, eso dejalo por cuenta de ella…
Lo divertido era que la minita le hablara al mío muy juntita, casi encima del pendejo mientras caminaban.
Le hablaba como amiga.
Lo chamuyaba para que aflojase porque se habían dado cuenta de que yo entraba y el difícil sería él.
Así que la cosa era de mina a mina, jajaja.
Nos paramos para darles tiempo.
El tipo me dice que su novia era divina.
Yo le dije que sí que parecía muy simpática.
Y él: ¿Simpática? Es única, me voy a casar con esta, es única… no sabés.
La minita seguía hablándole a mi pendejo.
Y el tipo me agrega: no tengas duda, seguro que lo convence, vas a ver.
La calentura superaba mi límite-
Y yo le digo pero: ¿dónde?
El tipo se ríe: allá en el árbol de siempre, ¿dónde va a ser?
Hoy no, le contesto.
¿Por?
Hoy no porque acabé como un perro.
El tipo dice: sí yo también, pero el tema es el pibe, ¿hace mucho que lo conocés?
Yo: no.
Porque, flaco, mañana puede ser tarde, vos sabés…
¿Y qué hacemos?, ¿qué te parece?
Yo era muy guacho, agregué: ¿lo atamos al árbol hasta mañana?, el tipo se cagó de risa.
Y me dice: si esperamos un rato por ahí nos vuelve el palo.
Era todo muy erótico, y ahora un desafío…
Pero agrega mirando hacia ella: ¿pero te va?
Le dije: ¿tu novia¿, síííííí…
Una divina, el tipo tenía razón en casarse con ella.
Lo venían hablando en sus calenturas.
Entonces demos una vuelta o tomamos un feca los cuatro, me dice.
Era muy tenso todo.
Al tipo el flaquito le gustaba, la minita quería cogerme, yo también  a la minita… el pendejo que ya no decía que no…
El tema era si respondían las pijas, nada más.
Así que nos acercamos a ellos, vi que el pendejo lo miraba al tipo y le sonreía, la pendeja me miraba con cara de pícara.
La minita habia hecho bien el trabajo.
Qué negra divina.
Y encima era muy bonita en su tipo, el novio medio rubión, ella morochita pero bien fina.
Jajaja, me eché a reír.
Nos reímos todos.
El pendejo se acerca al tipo.
La minita se me acerca.
¡Todo arreglado!
Le digo la idea de dar una vuelta larga.
Ella se ríe, era una guacha genial, qué tipa inteligente.
La agarraba al vuelo, además de ser un encanto.
El novio y el pendex siguen para otro lado, el tipo tomándolo de la cintura. Los seguimos a distancia, cerca de la vereda pero por el pasto.
La minita me dice tentada: ¿la vuelta por razones obvias será muy muy larga?, y lo dijo cagándose de risa.
Me miraba y se tentaba más.
Le dije: ¿cómo hiciste para convencerlo?
Soy brujita, secreto profesional, y mientras se mataba de risa me abrazaba sutilmente.
Al rato largo de charla me dice: y vos ¿por qué te reíste mientras venían con mi novio para reunirnos los cuatro?
Porque me dije: si no se casa con esta chica, se la saco de una.
No paraba de reírse, toda la onda.
Volvimos al mismo lugar y la pendeja cogía divinamente.
El pendejo se enganchó de frente con el rubión acostado sobre él que lo matraqueaba a full.
Ella cogía y me besaba.
Primero eso me daba cagazo, lo confieso.
Los besos entre swinger me daban cosa. no sabía como caían al otro. Recordé que hay mujeres que venden su cuerpo pero no besan jamás.
Acá no había ese problema.
Fue muy lindo y volvimos varias veces a vernos los cuatro en el mismo lugar.
El pendejo a los pocos meses se perdió y ya no pudimos seguir. No me atreví a pedirles un trío, ellos tampoco lo propusieron. Una lástima.

Años después los encontré en un micro, tenían tres chicos y seguían enamorados, se les notaba demasiado. Con disimulo me preguntaron por el pendejo… les dije que no lo había vuelto a ver más.

(Un raro cuarteto)

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