martes, 5 de mayo de 2015

Contribuido por la señora XX-6. Al parecer eso habría sido como a principios de los años ‘80.

Tenía 30 de edad y me había divorciado desde hacía un par de años. Estaba en la etapa de divorciada joven, léase de reventada. Tal como nos pasa a muchas a esa edad cuando nos vemos libres después de tantos años de rutina.
Así que salía con los dos socios de un estudio de ingeniería, amigos míos de hacía años, T y W los voy a llamar.
Un día salía con uno y al siguiente con el otro.
Por entonces estaba insaciable. También salía cada tanto con el Negro, incluso desde cuando todavía estaba casada con mi ex.
Por entonces ningún hombre me completaba. Uno me daba ciertas cosas buenas pero era muy boludo en otras y los demás igual. No hablo en lo físico sino en lo anímico, en lo amoroso.
Soy chiquita de cuerpo, delgada, tetona natural, buenas nalgas, linda de cara dicen.
Los tres tipos bien altos (1.80 a 1.85), delgados, en lo que hace a cuerpos no había nada que objetar.
T tiene pene corto, los otros dos penes grandes. Sobre todo el Negro, un animal en serio, con un grosor de 10 cm. Apenas si me entraba en la boca y eso que la tengo amplia.
Todos los viernes, T y W se quedaban a jugar a las barajas conmigo en mi departamento.
Jugábamos a la escoba de 15. El premio era yo misma.
Si ganaba W, yo cogía una hora con él; si ganaba T, cogía una hora con T. El que no cogía se quedaba esa hora en el living haciendo solitarios. Si ganaba yo, entonces elegía con quien, aunque casi siempre elegía al que menos me había cogido hasta ese momento.
Las partidas eran rápidas, por eso la escoba de 15: jugábamos, cogíamos, jugábamos, cogíamos y así…
Un viernes llegó el Negro de visita, ya se conocía con los otros.
El Negro se queda a jugar, pero pide cambiar las reglas. Qué hijo de puta, ja, ja, ja.
Propone jugar en parejas para que la partida sea aún más corta ya que así los puntos se sumaban a dos bandos y no a los cuatro jugadores por separado.
Tiran reyes y salimos como parejas el Negro y W contra T y yo.
La nueva regla era así: si T y yo ganábamos, yo cogería con T por ser ganadores, y los otros tenían que esperar la nueva partida para tener oportunidad. Si T y yo perdíamos, entonces yo debía coger con el Negro y W… con los dos juntos.
El sexo era hetero y a VALE TODO, excepto para el Negro que por el gran grosor de su pene tenía prohibido hacerme sexo anal.
El equipo que llegara a 15 puntos ganaba la partida, sin terminar la mano: y enseguida a la cama conmigo junto al ganador o ganadores.
La primera y única partida de ese día fue muy rápida.
A mitad del juego me vinieron ganas de coger en trío, nunca lo había hecho.
Así que dejé pasar escobas o jugaba mal a propósito tirando la carta que más podía favorecer a mis rivales.
Al ratito el Negro y W habían ganado.
T protestaba porque se había dado cuenta de mi guachada. Los otros dos se reían y me alzaban en brazos para el dormitorio.
Me excitaron de una chupándome los dos pezones a la vez, aunque yo venía caliente desde las últimas cartas que se jugaron.
Tengo enormes aureolas en mis lolas que con mis pezones en punta provocaron erecciones inmediatas. Incluso en T, a quien lo hicieron entrar para que mirara pero sin tocarme, era parte de la prenda al eventual perdedor.
El pobre T se masturbaba en una silla sin poder intervenir.
El Negro me cogía por la boca y W por la vagina, yo en cuatro patas, ay qué delicia. La típica posición del “spiedo” como supe después que la llaman.
Me cogían un rato, pasaban al baño a lavarse y después cambiaban de orificio.
En un momento dado los puse a los dos juntos sentados en el borde de la cama y los succioné alternativamente, era estar en el paraíso ver esas caras de golosos con sus penes alzados.
Al fin W y el Negro me eyacularon, el Negro en la vagina y W en las lolas.
Ahí los dos se fueron bromeando al baño para lavarse bien el cuerpo.
Miré a T que, pobre, no había cogido, y todavía se masturbaba.
Me agarró culpa. Estaba ahí solito por haber hecho yo trampa. Así que en un arranque maternal le dije: vení, vení a la cama, contra todas las reglas del juego.
Me daba lástima porque encima faltaban como 20 minutos para completar la hora.
Así que T me atacó contento sobre la cama, parecía un pibe que recién debutaba.
Pero cuando los otros dos volvieron del baño, dijeron que eso era trampa.
Así que esperaron a que T terminara y le exigieron que volviera a su silla.
W y el Negro aplicaron la regla de oro: toda infracción equivalía a repetir la prenda. Es decir, que volvían a cogerme de nuevo por otra hora más además de completar el tiempo que faltaba. Yo chocha, más que un castigo era un premio… jajaja, así voy a violar las reglas a cada rato les dije.
W me cogía por la vagina pero acostado debajo mío mientras el Negro me hacía chupar a full su pene gordísimo, es decir yo succionaba y copulaba a la vez.
De pronto el Negro me saca la verga de la boca y avisa que va a lavarse, yo sigo cogiendo vaginalmente encima de W y montada a lo amazona.
Pero el Negro no va al baño, se tiende detrás mío y franelea su verga entre mis nalgas.
Yo encantada, tranqui, sabía que el Negro me respetaba la cola siempre y el estar así entre dos machos me ponía bárbara.
Pero el Negro entra a puertearme por atrás.
—¡Negro, por ahí, no! —grité.
El Negro alegó que yo había violado las reglas y que entonces merecía un castigo mayor.
Estoy entre los dos, chiquita y ellos altos y fuertes.
Trato de zafar pero W me agarra con fuerza de adelante mientras el Negro me somete desde atrás.
Ay, qué dolor, grito noooo, vi las estrellas… lo juro.
El Negro fue implacable, me partió la cola en menos de un minuto.
Alcanzo a oír que T desde la silla les grita: ¡animales!, ¡suéltenla!
W se arrepiente y afloja el abrazo, pero la verga del Negro ya está completa dentro de mi ano.
Había entregado a varios tipos la cula pero nunca me había comido una de 10 de ancho.
Encima mis gritos calentaron a W que pese al arrepentimiento empieza a bombearme fuerte desde abajo. Yo ya estaba mareada además de dolorida. Era como un trapo y encima estaba con bronca.
Por fin me eyaculan de nuevo, W en la vagina y el Negro en la cola.
Apenas me trajo alivio, el culo me ardió toda la noche después.
Cuando me soltaron, los eché del departamento. Recuerdo que salieron al pasillo con parte de la ropa en la mano. Me imprtaba un corno si los veían semi en bolas. El Negro se olvido un zapato y al abrirle de nuevo, le dije esperá, lo fui a buscar y se lo revoleé por la cabeza.
T estuvo por irse también, pero le dije: no, vos no, vos no hiciste nada jodido, te quedás.
Así que W y el Negro se iban sabiendo que T me cogería toda la noche y sin haber ganado.
El Negro me llamó el sábado al mediodía. Quería disculparse, ablandarme. Lo hice atender el teléfono a T. El otro cortó de bronca.
El castigo por romperme la cola con semejante verga les valió a W y al Negro dos meses de castigo: prohibido cogerme. Seguí cogiendo con T todo ese tiempo. Después los perdoné como de lástima. Tampoco me iba a perder dos penes así para siempre…

(Barajas)

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