Contribuido por la señora XX-6. Al parecer eso habría sido
como a principios de los años ‘80.
Tenía 30 de edad y me había divorciado desde hacía un par de
años. Estaba en la etapa de divorciada joven, léase de reventada. Tal como nos
pasa a muchas a esa edad cuando nos vemos libres después de tantos años de
rutina.
Así que salía con los dos socios de un estudio de ingeniería,
amigos míos de hacía años, T y W los voy a llamar.
Un día salía con uno y al siguiente con el otro.
Por entonces estaba insaciable. También salía cada tanto con
el Negro, incluso desde cuando todavía estaba casada con mi ex.
Por entonces ningún hombre me completaba. Uno me daba
ciertas cosas buenas pero era muy boludo en otras y los demás igual. No hablo
en lo físico sino en lo anímico, en lo amoroso.
Soy chiquita de cuerpo, delgada, tetona natural, buenas
nalgas, linda de cara dicen.
Los tres tipos bien altos (1.80 a 1.85), delgados, en
lo que hace a cuerpos no había nada que objetar.
T tiene pene corto, los otros dos penes grandes. Sobre todo
el Negro, un animal en serio, con un grosor de 10 cm . Apenas si me entraba
en la boca y eso que la tengo amplia.
Todos los viernes, T y W se quedaban a jugar a las barajas
conmigo en mi departamento.
Jugábamos a la escoba de 15. El premio era yo misma.
Si ganaba W, yo cogía una hora con él; si ganaba T, cogía
una hora con T. El que no cogía se quedaba esa hora en el living haciendo
solitarios. Si ganaba yo, entonces elegía con quien, aunque casi siempre elegía
al que menos me había cogido hasta ese momento.
Las partidas eran rápidas, por eso la escoba de 15: jugábamos,
cogíamos, jugábamos, cogíamos y así…
Un viernes llegó el Negro de visita, ya se conocía con los
otros.
El Negro se queda a jugar, pero pide cambiar las reglas. Qué
hijo de puta, ja, ja, ja.
Propone jugar en parejas para que la partida sea aún más
corta ya que así los puntos se sumaban a dos bandos y no a los cuatro jugadores
por separado.
Tiran reyes y salimos como parejas el Negro y W contra T y
yo.
La nueva regla era así: si T y yo ganábamos, yo cogería con
T por ser ganadores, y los otros tenían que esperar la nueva partida para tener
oportunidad. Si T y yo perdíamos, entonces yo debía coger con el Negro y W… con
los dos juntos.
El sexo era hetero y a VALE TODO, excepto para el Negro que
por el gran grosor de su pene tenía prohibido hacerme sexo anal.
El equipo que llegara a 15 puntos ganaba la partida, sin
terminar la mano: y enseguida a la cama conmigo junto al ganador o ganadores.
La primera y única partida de ese día fue muy rápida.
A mitad del juego me vinieron ganas de coger en trío, nunca
lo había hecho.
Así que dejé pasar escobas o jugaba mal a propósito tirando
la carta que más podía favorecer a mis rivales.
Al ratito el Negro y W habían ganado.
T protestaba porque se había dado cuenta de mi guachada. Los
otros dos se reían y me alzaban en brazos para el dormitorio.
Me excitaron de una chupándome los dos pezones a la vez,
aunque yo venía caliente desde las últimas cartas que se jugaron.
Tengo enormes aureolas en mis lolas que con mis pezones en
punta provocaron erecciones inmediatas. Incluso en T, a quien lo hicieron
entrar para que mirara pero sin tocarme, era parte de la prenda al eventual perdedor.
El pobre T se masturbaba en una silla sin poder intervenir.
El Negro me cogía por la boca y W por la vagina, yo en
cuatro patas, ay qué delicia. La típica posición del “spiedo” como supe después
que la llaman.
Me cogían un rato, pasaban al baño a lavarse y después
cambiaban de orificio.
En un momento dado los puse a los dos juntos sentados en el
borde de la cama y los succioné alternativamente, era estar en el paraíso ver
esas caras de golosos con sus penes alzados.
Al fin W y el Negro me eyacularon, el Negro en la vagina y W
en las lolas.
Ahí los dos se fueron bromeando al baño para lavarse bien el
cuerpo.
Miré a T que, pobre, no había cogido, y todavía se
masturbaba.
Me agarró culpa. Estaba ahí solito por haber hecho yo
trampa. Así que en un arranque maternal le dije: vení, vení a la cama, contra
todas las reglas del juego.
Me daba lástima porque encima faltaban como 20 minutos para
completar la hora.
Así que T me atacó contento sobre la cama, parecía un pibe
que recién debutaba.
Pero cuando los otros dos volvieron del baño, dijeron que
eso era trampa.
Así que esperaron a que T terminara y le exigieron que volviera
a su silla.
W y el Negro aplicaron la regla de oro: toda infracción
equivalía a repetir la prenda. Es decir, que volvían a cogerme de nuevo por
otra hora más además de completar el tiempo que faltaba. Yo chocha, más que un
castigo era un premio… jajaja, así voy a violar las reglas a cada rato les dije.
W me cogía por la vagina pero acostado debajo mío mientras
el Negro me hacía chupar a full su pene gordísimo, es decir yo succionaba y copulaba
a la vez.
De pronto el Negro me saca la verga de la boca y avisa que
va a lavarse, yo sigo cogiendo vaginalmente encima de W y montada a lo amazona.
Pero el Negro no va al baño, se tiende detrás mío y franelea
su verga entre mis nalgas.
Yo encantada, tranqui, sabía que el Negro me respetaba la cola
siempre y el estar así entre dos machos me ponía bárbara.
Pero el Negro entra a puertearme por atrás.
—¡Negro, por ahí, no! —grité.
El Negro alegó que yo había violado las reglas y que
entonces merecía un castigo mayor.
Estoy entre los dos, chiquita y ellos altos y fuertes.
Trato de zafar pero W me agarra con fuerza de adelante
mientras el Negro me somete desde atrás.
Ay, qué dolor, grito noooo, vi las estrellas… lo juro.
El Negro fue implacable, me partió la cola en menos de un
minuto.
Alcanzo a oír que T desde la silla les grita: ¡animales!, ¡suéltenla!
W se arrepiente y afloja el abrazo, pero la verga del Negro
ya está completa dentro de mi ano.
Había entregado a varios tipos la cula pero nunca me había
comido una de 10 de ancho.
Encima mis gritos calentaron a W que pese al arrepentimiento
empieza a bombearme fuerte desde abajo. Yo ya estaba mareada además de
dolorida. Era como un trapo y encima estaba con bronca.
Por fin me eyaculan de nuevo, W en la vagina y el Negro en la
cola.
Apenas me trajo alivio, el culo me ardió toda la noche después.
Cuando me soltaron, los eché del departamento. Recuerdo que salieron
al pasillo con parte de la ropa en la mano. Me imprtaba un corno si los veían semi
en bolas. El Negro se olvido un zapato y al abrirle de nuevo, le dije esperá,
lo fui a buscar y se lo revoleé por la cabeza.
T estuvo por irse también, pero le dije: no, vos no, vos no
hiciste nada jodido, te quedás.
Así que W y el Negro se iban sabiendo que T me cogería toda
la noche y sin haber ganado.
El Negro me llamó el sábado al mediodía. Quería disculparse,
ablandarme. Lo hice atender el teléfono a T. El otro cortó de bronca.
El castigo por romperme la cola con semejante verga les
valió a W y al Negro dos meses de castigo: prohibido cogerme. Seguí cogiendo
con T todo ese tiempo. Después los perdoné como de lástima. Tampoco me iba a
perder dos penes así para siempre…
(Barajas)
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